Volumen 34 No. 4 (Octubre-Diciembre) 2025, pp. 198-200
ISSN 1315-0006. Depósito legal pp 199202zu44
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.16950615
ROMERO SALAZAR, Iraida (2025) El Turismo Rural. Una forma de desarrollo local sostenible. Biblioteca AVS. Caracas. Pp. 172.
Si la actividad turística e s de por sí compleja debido a su carácter trasversal y a la novedad de sus planteamientos, que implican un rápido crecimiento tanto en extensión como en profundidad de sus contenidos, su desarrollo en el ámbito rural hace más difícil y complicado tanto su análisis como las posibles políticas a aplicar.
Las “vacaciones en el campo” son tan antiguas como el propio desarrollo de la civilización occidental, su variante en la fase del consumo de masas adquiere unas características particulares. Desde lo que ha dado en llamarse la segunda revolución industrial el ámbito rural ha ocupado un lugar marginal en la economía de los países avanzados, y no solo en cuanto a su vinculación al mundo agrario y ganadero, sino a, lo que es aún más importante, al mundo de las ideas y los valores.
Los primeros desarrollos del turismo de masas se dieron sobre el litoral, con fuertes impactos territoriales, medioambientales y socioculturales. Esto provocó que muchos ciudadanos centraran su atención y sus deseos en los espacios rurales, aun con elevados valores naturales y con una cultura “auténtica” en el imaginario del urbanita actual. El campo y lo éste significa atesora en sí infinidad de recursos naturales y culturales que pueden y deben ponerse en valor para la mejora del nivel de vida de sus habitantes, aparte de para conservar su propia riqueza antropológica.
Por otro lado, los procesos de industrialización primero y tercerización, después, de nuestras economías, provocaron progresivos despoblamientos del ámbito rural, cuyos índices de productividad, a pesar de aumentos vertiginosos en los países más desarrollados durante la década de los sesenta del siglo pasado, no eran suficientes para sostener a la población que aun vivía en el mismo.
Esto llevó a un proceso, apoyado por las políticas activas correspondientes, de diversificación de la economía agraria, en la que jugó y sigue jugando un papel fundamental el turismo, en especial cuando estos esos espacios rurales están bien comunicados con los centros urbanos donde habitan la mayoría de los turistas potenciales. Los programas “Leader” y “Proder” de la Unión Europea son buena prueba de ello.
No obstante, el espacio rural presenta características específicas que condicionan en muchos aspectos la implantación y desarrollo de la actividad turística. En primer lugar la fragilidad de su territorio, vinculado a ecosistemas naturales y productivos que limita los usos residenciales masivos que se dan en el litoral y en la ciudad. Además, el turista rural busca precisamente el disfrute de esos espacios naturales en su estado prístino. Por lo tanto, el turismo rural es, en su razón y en su esencia, minoritario, siendo esta condición sin “ecua non” para su sostenibilidad.
También existen otras muchas causas que condicionan al desarrollo turístico en los espacios naturales, como son la inaccesibilidad de muchos lugares, la carencia de infraestructuras y servicios públicos a que están acostumbrados los turistas de origen urbano y, sobre todo, las características de la propia sociedad rural.
La resistencia al cambio en este tipo de sociedad es proverbial y el turismo supone siempre un cambio radical en el hábitat social y económico. Es un cambio de valores y pautas culturales con gran impacto en las sociedades receptoras.
La sociedad rural presenta también una escasa cualificación de sus recursos humanos y en la actualidad el turismo exige, olvidado tópicos pasados, preparación técnica y humana en todos los eslabones de su cadena productiva.
Otro tema importante es el capital necesario para los emprendimientos turísticos, escaso siempre en el medio rural por la falta de capacidad de generar procesos acumulativos y por la huida de los escasos ahorros hacia los centros urbanos y al consumo suntuario.
De lo dicho hasta hora se pueden sacar importantes conclusiones. La primera, la necesidad de contar con las variables territorial y medioambiental para cualquier desarrollo turístico en el ámbito rural, hecho este extensible también a otras muchas proyecciones turísticas, y las magnitudes de las dificultades socio-culturales y económicas que deben superarse en el intento. Esto nos lleva a la necesidad de una planificación estratégica del turismo en el espacio rural.
Por otro lado, el turismo tiene en sí mismo un fuerte componente transversal bajo varias perspectivas, entre las que destacan la institucional, la sectorial y la territorial, lo que complica bastante su gestión y más aún en el ámbito rural donde en muchos lugares no ha adquirido carta de naturaleza, por no decir que es un perfecto desconocido.
La transversalidad obliga a admitir y considerar en los análisis fuertes lazos de interdependencia y a la necesidad de construir sistemas de gestión distintos de los habituales capaces de solventar con eficiencia los problemas que esta provoca.
Toda esta complejidad que el turismo rural conlleva, obliga a poner en marcha procesos de planeamiento liderados desde las administraciones públicas, aunque siempre en la compañía de la iniciativa privada a la que corresponderá en los momentos críticos funciones de liderazgo de vital importancia para la bondad de los resultados globales.
Este planteamiento estratégico liderado, tendrá además que ser concebido y administrado con criterios de sostenibilidad, considerándola esta como un proceso que abarca no solo lo medioambiental, sino también lo cultural y lo económico. Una sostenibilidad que encuentra en la participación de los ciudadanos, agentes y sociedad civil, un argumento de eficacia y de justicia y que, como proceso social que es, encuentra sus equilibrios en la transacción entre partes, aunque esta tenga que verse también sometida a una tutela que garantice el cumplimiento de este principio.
La obra a que estas palabras dan paso constituye un esfuerzo, riguroso y esperemos que fecundo, de lo que hemos venido diciendo hasta ahora. En la obra de la Doctora Iraida Romero Salazar se realiza un análisis en profundidad de los presupuestos teóricos que hemos ido comentando para luego aplicarlos al caso concreto del municipio de Junín en el Estado del Táchira, Venezuela, caso de una rica realidad de recursos, pero de difíciles condiciones para su puesta en valor y que va a necesitar de un gran esfuerzo de voluntad social para su desarrollo. Esperemos que este libro sea base angular para la mejora de las condiciones de vida de esa zona rural, así como de otras similares dentro de Venezuela.
Enrique Torres Bernier
Universidad de Málaga. España
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