Revista de Filosofía
Vol. 42, Nº113, 2025-3, (Jul-Sep) pp. 8-19
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
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Observaciones dispersas sobre la esperanza y el sentido común
en la época contemporánea.
¿El área andina como la reserva moral de la humanidad?
Scattered Notes on Hope and Common Sense in Present Days. Is the Andean
Region the Moral Reserve of Humanity?
H. C. F. Mansilla
Academia de Ciencias de Bolivia y miembro
correspondiente de la Real Academia Española
La Paz Bolivia
hcf_mansilla@yahoo.com
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.17172716
Resumen
Los filósofos y los literatos han generado opiniones importantes en torno a bienes escasos
en la actualidad, como una esperanza duradera y un sentido común crítico. La esperanza
colectiva es la nostalgia secular por un mundo mejor, lo que incluye la dimensión política. El
sentido común crítico, algo escaso a nivel planetario, es la visión realista y hasta esptica sobre
los asuntos humanos. Importantes filósofos y literatos han creído que sin una base teogica
no puede fundamentarse el postulado de que el amor es mejor que el odio. En América Latina
y especialmente en la regn andina la esperanza y el sentido común representan impulsos
distorsionados por la llamada “Gran Doctrina”, leyenda social que afirma que la voz del
pueblo es la voz de Dios y atribuye a las masas indígenas la cualidad de “reserva moral de la
humanidad”.
Palabras clave: área andina, esperanza, gran doctrina, intelectuales, populismo, sentido
común
Abstract
Philosophers and literati have produced important opinions about scarce goods in our days, like a
lasting hope and a critical common sense. Collective hope is the secular nostalgia for a better world,
which includes the political dimension. The critical common sense, which is not frequent in our
planet, is a realistic and even sceptical vision on human affairs. Important philosophers and literati
have assumed that without a theological base it cannot be true that love is better than hate. In Latin
America and especially in the Andean region hope and common sense are impulsions which have
been distorted by the so-called Great Doctrine, a social legend which asserts that the voice of the
people is Gods own voice. This legend ascribes to the indigenous masses the quality of moral
reserve of the humanity.
Keywords: Andean region, common sense, hope, great doctrine, intellectuals, populism
_______________________________
Recibido 27-05-2025 Aceptado 29-07-2025
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1. Los literatos y los filósofos ante el sentido de la vida y la posibilidad de
esperanza
Los literatos y los filósofos son todavía importantes porque a veces irradian una visión
coherente del mundo, que incluye la dimensión de la esperanza y la perspectiva del sentido
común. La esperanza colectiva es la nostalgia secular por un mundo mejor, lo que incluye la
dimensión potica. Los progresos de las ciencias y las tecnoloas, por un lado, y la evolución
cada vez más diferenciada (e innecesariamente frondosa) de la teoría social, por otro, han
fundamentado la probabilidad de alcanzar la realización de los más caros anhelos utópicos sin
confiar en una nueva aparicn mesiánica. El ser humano, considerado como sicamente
racional y sociable, ha sido percibido como capaz de conseguir una plena emancipación, como
fue concebida en las grandes utoas religiosas y poticas, en las cuales emerge la conciliación
de placer y libertad y la realización simulnea de prosperidad y fraternidad. El filósofo alen
Ernst Bloch (1885-1977) fue uno de los más notables representantes de un utopismo que
combinaba elementos teológicos y doctrinas políticas radicales, afirmando que donde surge
una esperanza potica, al siempre se halla un cimiento religioso
1
. Aquí es indispensable
señalar que durante mucho tiempo Bloch situó esa época dorada la combinacn de utopía
teológico-potica con la emancipacn de las clases subalternas en la Unión Sovtica de la
era heroica: “Ubi Lenin, ibi Jerusalem”
2
: aldonde ha triunfado el partido bolchevique, a se
encuentra el paraíso de los trabajadores en la Tierra. Como aseveró Jürgen Habermas, Bloch
vinculó su visn teogica de la revolución socialista con algunos femenos, visto muy
positivamente: la voluntad en favor de la ortodoxia, la disciplina, la autoridad del partido y el
poder irrestricto del aparato estatal del joven Estado soviético
3
.
Esta visión optimista tiene que ser relativizada, pues al mismo tiempo los grandes
novelistas y poetas nos han mostrado lo contrario: es improbable que exista algo a como una
perspectiva general de la vida de cacter positivo y promisorio para la mayoría de los seres
humanos. Después de Franz Kafka la literatura no puede dejar de lado teticas como la
burocratización de las sociedades modernas, la paulatina disolución del factor esperanza y
hasta la estulticia de las masas. Los escritores rusos de comienzos de la Revolución
Bolchevique, como Isaak Babel, Aleksandr Blok, Leonid Andreyev y los posteriores como
Anna Ajmatova, Aleksandr Sol’ženitsyn y Iosif Brodski, nos hacen ver las tragedias que
truncaron de forma absurda millones de vidas humanas, como las dos guerras mundiales, los
1
Ernst Bloch, Das Prinzip Hoffnung (El principio esperanza), Frankfurt: Suhrkamp 1959, vol. II, pp. 1393-
1404.- Sobre esta temática cf. el brillante texto de Jürgen Moltmann, Messianismus und Marxismus
(Mesianismo y marxismo), en: [sin compilador], Über Ernst Bloch (Sobre Ernst Bloch), Frankfurt: Suhrkamp
1968, pp. 42-60, aquí p. 57.
2
Ernst Bloch, ibid.., vol. II, p. 711; Ernst Bloch, Thomas Münzer als Theologe der Revolution (Thomas Münzer
como teólogo de la revolución, Frankfurt: Suhrkamp 1963, pp. 239-242.
3
Jürgen Habermas, Ein marxistischer Schelling (Un Schelling marxista), en: [sin compilador], op. cit. (nota
1), pp. 61-81, aquí p. 77.
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campos de concentración, el moderno terror tecnificado y lo absurdo de las guerras civiles
4
.
Todos ellos sufrieron penurias sin nombre. Y, sin embargo, sus reflexiones, nostalgias y
recuerdos nos acercan a la comprensión del valor de la esperanza y del sentido de la vida.
Menciono a autores rusos y latinoamericanos porque en estos tiempos necesitamos s
que nunca la perspectiva ética que ellos han sabido brindar a una humanidad en crisis. Hoy el
sentido común ctico se ha convertido en algo escaso a nivel planetario. Con tristeza y miedo
a causa de un futuro totalmente incierto, vemos hoy que experimentos populistas de derecha e
izquierda
5
, y tambn remenes que parecen ser mafiosos (o cercanos a designios criminales),
se han colocado a la cabeza de los gobiernos en algunos estados importantes del globo. Y lo s
deprimente es lo siguiente: estos gobiernos están respaldados por el voto democrático y libre
de sus sociedades respectivas o, por lo menos, avalados por el apoyo colectivo tácito de masas
políticamente infantilizadas. Como dicen Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, ahora los
adversarios de la democracia pluralista saben utilizar los procedimientos y las instituciones de
la democracia para destruirla desde sus propias entrañas
6
. El desempo técnico-económico
de esos remenes es, en algunos casos, francamente mediocre, pero ni eso logra a menudo
reducir la popularidad de gobernantes que pueden resultar fatales para la paz mundial. Por ello
la esperanza se ha transformado en un sentimiento precario.
Por todo ello me pregunto: ¿Qué diría hoy (2025), después del colapso del socialismo
realmente existente y del ascenso mundial de la extrema derecha, el gran pensador marxista
de la esperanza, Ernst Bloch?
7
. Para aproximarnos al gran tema de la esperanza hay que
referirse a lo que ya pen Max Horkheimer hace varias décadas. Sin una base teológica no
puede fundamentarse el postulado de que el amor es mejor que el odio o que la pesadumbre
no prevalece siempre sobre la esperanza. En una sociedad donde lo único que cuenta es la
obtención de ganancias materiales y en la que florecen únicamente nociones tecnicistas del
saber científico, es imposible aseverar que la rectitud y el amor son más convenientes que la
iniquidad y el odio, xime si estos últimos nos brindan claras ventajas materiales, como suele
ocurrir habitualmente
8
. Sin una moral transcendente, que de alguna manera estriba en lo
4
Cf. El brillante ensayo de Hans van den Berg, Literatura rusa alrededor de la Revolución de 1917, en:
CIENCIA Y CULTURA (La Paz), vol. 21, Nº 39, diciembre de 2017, pp. 145-196.
5
Algunas observaciones y conclusiones valiosas en: Cas Mudde / Cristóbal Rovira Kaltwasser, Populismo:
una breve introducción, Madrid: Alianza 2019.
6
Steven Levitsky / Daniel Ziblatt, mo mueren las democracias, Buenos Aires: Ariel 2018, passim; tesis
esbozada en: Steven Levitsky / Lucan A. Way, Competitive Authoritarianism: The Origins and Evolution of
Hybrid Regimes in the Post-Cold War Era, New York: Cambridge University Press 2010.- Cf. también: Monica
Herz / Giancarlo Summa, La extrema derecha como amenaza para la gobernanza mundial, en: NUEVA
SOCIEDAD (Buenos Aires), Nº 315, enero-febrero de 2025, pp. 74-90, aquí p. 78.
7
Cf. Esteban Krotz, Introducción a Ernst Bloch (a 125 os de su nacimiento), en: EN-CLAVES DEL
PENSAMIENTO. REVISTA DE FILOSOFÍA, ARTE, LITERATURA, HISTORIA (Monterrey / México), vol. 5,
Nº 10, julio-diciembre de 2011, pp. 55-73.
8
Max Horkheimer, Die Sehnsucht nach dem ganz Anderen (La nostalgia por lo totalmente otro), Hamburgo:
Furche 1970, p. 60, 81
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divino, no se puede afirmar, como escribió Horkheimer
9
, que la esperanza, la justicia y el amor
sean mejores que la infamia y aversión. Sólo la genuina religiosidad puede brindarnos dos
grandes principios normativos, hoy tan indispensables como en épocas lejanas: algo que dé
sentido a la existencia misma del universo y al conjunto de los esfuerzos humanos, por un lado,
y una base para cimentar nuestros sistemas éticos, por otro. Lo que tenemos ahora, en cambio,
es la moderna religión del progreso, conformada, según Erich Fromm, por la nueva trinidad
sagrada de la producción ecomica irrestricta, la libertad individual absoluta y la felicidad
personal ilimitada
10
, credo que llena a sus adeptos de energía y vitalidad momentáneas, pero
que no les transmite ni sentido de la vida ni felicidad duradera.
2. La labor de los intelectuales y la predominancia de la Gran Doctrina
En general los escritores latinoamericanos no practican el cuestionamiento de ellos
mismos, de sus móviles íntimos y de los principios que subterráneamente determinan sus
sociedades. Los escritores y los poetas del Nuevo Mundo han compuestos hermosas historias
y versos memorables, han elaborado textos entretenidos y bellamente relatados, pero rara vez
han dirigido a sí mismos la reflexión que se hizo San Agustín: Yo me he transformado en un
enigma para mismo, cuestión que Hannah Arendt analiza en su gran obra Vita activa
11
.
Esta pregunta, aunque no tenga nunca una respuesta clara, nos obliga a pensar críticamente.
Michel de Montaigne, por ejemplo, nos lleva a examinar nuestros motivos clandestinos,
nuestros anhelos y temores que no nos atrevemos a confesar abiertamente. Para Montaigne el
conocimiento ctico de uno mismo es el comienzo de una vida bien lograda, y no el esfuerzo el
haber ganado batallas o conquistado provincias
12
.
La auténtica labor de los intelectuales si existe algo formulado tan dramáticamente
puede ser vislumbrada en la actitud básica del filósofo boliviano Guillermo Francovich,
descrita por Fernando Molina como el disciplinado ejercicio de instruirse a mismo. Y
Molina continuó: [Francovich] dedicó su vida a aclarar, mejorar, iluminar. Enfrentó solo,
pero entusiasta, las tumultuosas sombras de la ignorancia
13
.
La esperanza y el sentido común representan impulsos que en América Latina
emergen distorsionados por la llamada “Gran Doctrina”, cuya aceptación sigue siendo
considerable. Por ello es imprescindible dedicar a este tema. Octavio Paz aseveró que una de
las características distintivas de América Latina es la falta de una tradición ctica, moderna,
abierta al análisis y al cuestionamiento de las propias premisas. Simulneamente lo que
9
Max Horkheimer, Verwaltete Welt (Mundo administrado), Zurich: Arche 1970, p. 36.
10
Erich Fromm, Haben oder Sein. Die seelischen Grundlagen der neuen Gesellschaft (Tener o ser. Las bases
anímicas de la nueva sociedad) [1976], Munich: dtv 1981, pp. 13-14.
11
Hannah Arendt, Vita activa oder vom tätigen Leben (Sobre la vida activa), Munich: Piper 1981, p. 17.
12
Sobre esta temática cf. Stefan Zweig, Montaigne, Frankfurt: Fischer 1999, passim.
13
Fernando Molina, Guillermo Francovich, La Paz: Gente Común 2011, p. 74.
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prevalece hasta hoy es una enorme esperanza, que se manifiesta en la doble certidumbre de
una inmensa riqueza en recursos naturales y de un futuro radiante por medio de remenes
radicales. Esta esperanza es alimentada por la Gran Doctrina, como la denomina Paz. Es un
credo religioso, político y moral, que sirve como consuelo, compensacn, venganza
imaginaria contra una realidad insoportable
14
. La carencia principal el desinterés por el
esritu crítico y el desprecio por la democracia pluralista ha sido, paradójicamente,
alimentada por los intelectuales convencionales de izquierda, quienes, aparte de producir
pronósticos errados, fomentaron asimismo una atmósfera proclive al autoritarismo, a las falsas
ilusiones y a la celebración de las tradiciones auténticas.
Estos pensadores dificultan el florecimiento de un genuino sentido común crítico, por
una parte, y de una esperanza socio-política sobria y practicable, por otra. Ellos son los autores
de la poderosa leyenda social que atribuye a las masas indígenas de la regn andina la cualidad
de “reserva moral de la humanidad
15
(expresión favorita del ex-presidente boliviano Evo
Morales). Sin un sentido común crítico, con eficacia colectiva, es muy improbable que se forme
una consciencia ética que pueda operar como guía moral de la humanidad, pues faltaa el
factor central de una consciencia de ese tipo, que es la capacidad del sujeto colectivo de ponerse
en cuestionamiento a mismo. Evo Morales, su partido potico y su entorno de asesores
intelectuales jas cultivaron esta virtud. La historia reciente de Bolivia nos ha mostrado que
el gimen populista (2006-2025, con una breve interrupción) nunca logró poner los cimientos
para una esperanza duradera. La carencia de una esperanza realista y razonable, por un lado,
y la incapacidad de generar un sentido común crítico de implantación social amplia, por otro,
favorecen en Arica Latina las “emociones tristes” y una vida colectiva envenenada”
16
, como
afirma Mauricio García Villegas, lo que convierte al derecho en un instrumento de utilizacn
abusiva y cínica, lo habitual bajo gobiernos populistas. Los intelectuales que prestan sus
servicios a los regímenes de este tipo siguen aferrados a los dogmas habituales aún hoy del
marxismo tercermundista, aunque han combinado una versn de tercera mano del marxismo
con un indianismo rontico, todo ello exornado por modas postmodernistas.
La Gran Doctrina, ahora actualizada mediante préstamos postmodernistas e
indianistas, favorece una concepcn poticamente revolucionaria que pretende conferir un
sentido amplio de la vida y de la historia a la mayoría de la población. En el área andina, por
ejemplo, se puede observar claramente cómo actúa la Gran Doctrina con referencia al campo
de la esperanza y del sentido común. Muchos de sus autores construyen un modelo de la
historia latinoamericana que contiene algunas inexactitudes, para decirlo suavemente. Este
paradigma teórico aceptado por amplios sectores sociales presupone un inicio idílico y
utópico de las civilizaciones indígenas, un comienzo precolonial y premoderno, que habría sido
un paraíso de igualdad, fraternidad y prosperidad, adonde hay que regresar después de pasar
por el valle de lágrimas que representa la sociedad clasista y egsta que trajo la conquista
14
Octavio Paz, Hombres en su siglo y otros ensayos, Barcelona. Seix Barral 1984, p. 181.
15
Martín Sivak, Vértigos de lo inesperado. Evo Morales: el poder, la caída y el reino, Barcelona. Seix Barral
2024, passim.
16
Mauricio García Villegas, El viejo malestar en el Nuevo Mundo, Barcelona: Ariel 2023, passim.
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española y que ha sido extendida hasta hoy por el colonialismo interno
17
. El futuro esperado y
el pasado inventado vienen a resultar iguales. Este sentido colectivo de la vida y de la historia,
que ha edificado laboriosamente la Gran Doctrina en muchas de sus variantes, no hace justicia
a la realidad pretérita y tampoco corresponde a la realidad contemponea del ámbito andino
18
.
Es en el ámbito universitario donde sigue floreciendo la certidumbre de que la
revolución total es inminente, pero indispensable para hacer real la esperanza más profunda.
El camino al calvario y luego al tiempo de la redención puede estar acompado de violencia
extrema la cuota de muerte y sus tragedias inmensas, como dijo Ernesto Che Guevara
19
,
muy reverenciado en la región andina por las personas más disímiles , cuya responsabilidad
reside en los otros, en los explotadores. Aquellos que nos muestran el sendero correcto son una
especie de mártires, a quienes corresponde nuestra admiración y gratitud, y de ninguna
manera nuestra distancia analítica o nuestra desconfianza ética. Por ello los redentores
políticos están a menudo por encima de toda crítica.
En este contexto hay que comprender la retórica anti-imperialista, tan extendida en
América Latina, que posee fuertes raíces católico-tradicionalistas, con rasgos inquisitoriales,
antiliberales, anti-individualistas y antirracionalistas, es decir: antimodernos. De ello
proviene su enorme popularidad entre los más diversos estratos sociales y grupos étnico-
culturales. La retórica anti-imperialista tuvo y tiene notables funciones compensatorias, que
son muy difíciles de ser reemplazadas por concepciones liberales y racionalistas. La más
importante y visible es la construcción de un camino revolucionario, considerado como
auténtico y original, que pondría fin a todas las falencias acumuladas a lo largo de una
historia atroz.
3. La voz del pueblo es la voz de Dios
Al igual que en la España premoderna, se puede detectar en varias regiones
latinoamericanas la inclinación a una retórica rimbombante, que también ha sido cultivada
intensamente por escritores, poetas, cantantes y filósofos izquierdistas. Octavio Paz ya
describió este fenómeno, vinculado a dos enfermedades colectivas: la suspicacia y la
desconfianza
20
. Un hecho fundamental en la vida universitaria e intelectual latinoamericana
17
Cf. Fausto Reinaga, La revolución india, La Paz: Ediciones del Partido Indio de Bolivia 1969; Fausto
Reinaga, El pensamiento indio, La Paz: Ediciones Comunidad Amáutica Mundial 1991; Ramiro Reynaga
Burgoa, Tawantinsuyo: hoy y mañana, La Paz: Chitakolla 1984; Ramiro Reynaga Burgoa, Tawantinsuyu: 5
siglos de guerra qheswaymara contra España, La Paz: Centro de Coordinación y Promoción Campesina
MINK’A 1978.- Para una versión diferente de la aquí presentada, cf. Esteban Ticona Alejo, El indianismo de
Fausto Reinaga: orígenes, desarrollo y experiencias en Qullasuyu-Bolivia, Quito: Ediciones Abya-Yala 2015.
18
Cf. Franco Gamboa Rocabado, Bolivia y una preocupación constante: el indianismo, sus orígenes y
limitaciones en el siglo XXI, en: ARAUCARIA. REVISTA IBEROAMERICANA DE FILOSOFÍA, POLÍTICA Y
HUMANIDADES (Sevilla), Nº 22, julio-diciembre de 2009, pp. 125-151.
19
Sobre esta temática cf. Enrique Krauze, Redentores. Ideas y poder en América Latina, México: Debate
2011.
20
Octavio Paz: Itinerario, Barcelona: Seix Barral 1994, p. 16.
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reside en la alta consideración atribuida a la astucia práctica, que es una virtud muchísimo s
importante (y mejor pagada) que la inteligencia creadora. Hay que distinguir entre la astucia
(de carácter más bien táctico, exitosa a corto plazo y en situaciones muy delimitadas, como en
negociaciones con un adversario no enterado de todos los detalles) y la inteligencia (de índole
estratégica y largo aliento). El potico taimado puede moverse muy provechosamente en los
entresijos del poder, pero no tiene una perspectiva sobre la totalidad ni comprende los
intereses de grupos o estratos sociales diferentes del suyo propio. El zorro político prefiere el
ambiente poco claro, donde puede operar aplicando sus habilidades prácticas; por ello no le
gustan ni el Estado de derecho ni las reglas claras.
En este contexto hay que mencionar una cultura política muy resistente al cambio. El
área andina, por ejemplo, contiene una mentalidad fundamentalmente conservadora, en el
sentido de apegarse a rutinas y convenciones que vienen de muy atrás y que casi nunca son
puestas en duda. En esta región la izquierda, en casi todas sus divisiones, faunas y tribus, es
el mejor ejemplo de ello. Otro de los rasgos fundamentales de esta mentalidad es el
autoritarismo, que también se manifiesta como machismo. Aquí ha florecido con inusitada
vehemencia y perturba el sentido de la vida para una buena parte de la población a causa de
su contribución a la violencia. El menosprecio de la mujer es sólo un aspecto de una actitud
más amplia que denigra a todos aquellos que supuestamente son débiles y que se desvían de
las rígidas normas de conducta preestablecidas. Es, en el fondo, la negativa a aceptar
posiciones divergentes de la propia, la exaltación de un dominio irrestricto pero simple y el
anhelo de ejercer algún poder, aunque sea dentro de las cuatro paredes de la estrechez
familiar. La atracción del caudillismo carismático está ligada a la dimensión del machismo:
él representa, por un lado, la posibilidad de identificarse con una personalidad que parece
irradiar un alto grado de potencia sexual y posibilita, por otro, la veneración del jefe fuerte
e imperioso, algo sumamente importante para la masa de súbditos de espíritu gregario y
carácter débil.
Como la mentalidad reseñada aquí goza aún de una considerable popularidad, hay
que criticar ese common sense favorable a un populismo antiguo y resistente, todavía tan
lleno de salud y prestigio
21
. En algunas regiones latinoamericanas el ambiente social está
caracterizado por la religiosidad popular
22
, aunque tenga la apariencia de un ámbito ya
secularizado. Aquí surge el mito de la redención política mediante acciones casi siempre
heroicas y revolucionarias, dirigidas por el hombre providencial, el caudillo, acciones que
tratan de conducir a un nuevo parso, es decir: al tiempo ideal de la fraternidad ilimitada, que
es, en el fondo, el retorno al presunto orden primigenio de una igualdad fundamental. Este
21
Cf. los escritos que no han perdido vigencia: Alistair Hennessy, América Latina, en: Ghita Ionescu / Ernest
Gellner (comps.), Populismo. Sus significados y características nacionales, Buenos Aires: Amorrortu 1970, pp.
39-80, especialmente pp. 39-42; Guy Hermet / Soledad Loaeza / Jean-François Prud'homme (comps.), Del
populismo de los antiguos al populismo de los modernos, xico: El Colegio de xico 2001; María Moira
MacKinnon / Mario Alberto Petrone (comps.), Populismo y neopopulismo en América Latina. El problema de la
Cenicienta, Buenos Aires: EUDEBA 1998;
22
Loris Zanatta, El populismo, entre religión y política. Sobre las raíces históricas del antiliberalismo en
América Latina, en: ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (Tel Aviv), vol.
19, Nº 2, julio-diciembre de 2008, pp. 29-44, aq pp. 30-33.
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orden idealizado estaría exento de las alienaciones modernas y las perversidades del
individualismo egoísta y del liberalismo extranjerizante. Los ingenuos ciudadanos suponen
que la verdadera evolución potica es idéntica a la voluntad de Dios o, en términos seculares,
a la direccn de la historia universal.
Para encarnarse en la realidad del tiempo presente, los mitos de la religiosidad popular
presuponen la acción de los aunticos redentores, los grandes caudillos que llevan a cabo una
misión trascendental para la cual están dotados de fuego divino. Ellos saben a priori dónde y
mo hay que encontrar la esperanza histórico-política e interpretan correctamente las
manifestaciones del sentido común del orden social. Desde el siglo XIX la función y las
características de estos superhombres han variado poca cosa. Distinguidos pensadores de
diferente proveniencia ideológica como Carlos Cullen, Enrique Dussel, Orlando Fals Borda,
Ezequiel Marnez Estrada y Leopoldo Zea han celebrado sus virtudes: los caudillos son
vistos como los seres llamados por Dios para corregir por cualquier medio a una sociedad que
habría perdido sus genuinas normas de justicia. Ellos tienen el trágico destino de cargar con
los pecados de su pueblo y, guiados por los imperativos de la tierra y por el genuino espíritu
latinoamericano, cumplen con la sagrada misión de combatir el imperialismo del Norte y sus
valores de naturaleza egoísta y fonea.
Mediante la apoloa abierta y entusiasta de los caudillos clásicos del Nuevo Mundo,
Enrique Dussel asevera que estos hombres telúricos desde Espartaco, Juana de Arco,
Sin Bovar hasta Fidel Castro y Evo Morales, pasando por Mao Tse-Tung, Yassir Arafat y
Ernesto Che Guevara representaan a la verdadera humanidad y la efectiva encarnacn de
la esperanza socio-potica y del correcto sentido común. Sean el prototipo del auntico
hombre político, los profetas de la vida y los fundadores de la libertad
23
. Son personajes
carismáticos que saben encarnar los anhelos y los símbolos del pueblo y que detentan su
confianza. Ellos, afirma el pensador argentino Carlos Cullen, personifican a la patria como
autoconsciencia y son obedecidos con agrado porque el pueblo se sabe autoconducido
24
. El
filósofo s conocido de la autenticidad latinoamericana, el mexicano Leopoldo Zea, calificó
a los mismos personajes como los arquetipos de lo positivo y promisorio
25
. El argentino
Ezequiel Martínez Estrada, distinguido representante del telurismo, aseveque el caudillo
tradicional es el ser llamado por Dios para corregir por el fuego y la espada a una sociedad que
haa perdido sus normas de justicia, calificándolo de encarnacn del ethos
latinoamericano. El caudillo sería el meas con el trágico destino de cargar con los pecados
de su pueblo. Guiado por los imperativos de la tierra, el caudillo se rebela justamente contra
el sistema ficticio de normas y valores de origen citadino y europeo
26
. El colombiano Orlando
23
Enrique Dussel, Filosofía de la liberación, Bogotá: Universidad Santo Tomás 1980, pp. 96-97; Enrique
Dussel, Veinte proposiciones de política de la liberación, La Paz: Tercera Piel 2006, p. 49.
24
Carlos Cullen, Fenomenología de la crisis moral. Sabiduría de la experiencia de los pueblos, San Antonio
de Padua / Buenos Aires: Castañeda 1978, p. 24.
25
Leopoldo Zea, La filosofía americana como filosofía sin más, México: Siglo XXI 1978, p. 130, 160; Leopoldo
Zea, Discurso desde la marginación y la barbarie, Barcelona: Anthropos 1988, pp. 34-35.
26
Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa, Buenos Aires: Losada 1953, p. 52.
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Fals Borda, nexo entre el telurismo y la Filosoa de la Liberación, exal el caudillismo militar
convencional de los movimientos guerrilleros latinoamericanos como la manifestacn del
derecho a la rebeln justa: la violencia física derivada de esa constelacn fue glorificada
como demostracn de la vitalidad y virilidad de la sociedad latinoamericana, como signo de
su autoconsciencia y anhelo de autorrealización
27
.
4. Las identificaciones fáciles
La atmósfera en la cual se formó la mayoría de los intelectuales latinoamericanos en el
siglo XX fue una combinacn de antiliberalismo, antipluralismo y el culto por soluciones
enérgicas, a veces complementada por el culto del hombre fuerte
28
. El antiliberalismo fue el
caldo de cultivo tanto de concepciones filosóficas como de programas políticos y de modas
literarias. Fue el denominador común de doctrinas conservadoras y nacionalistas, pero
también de tendencias revolucionarias, socialistas, teluristas e indianistas. Sus rasgos
principales eran el radicalismo verbal y el inconformismo con la situación general del país y del
mundo, complementados con un entusiasmo algo ingenuo por soluciones radicales y con una
gran imprecisión a la hora de definir políticas públicas concretas. Se nutr del romanticismo
que nació como respuesta al racionalismo de la Ilustracn y como alternativa al ámbito de las
alienaciones modernas que tanto marxistas como conservadores atriban al orden industrial
y urbano, basado en la ciencia y la tecnología, por un lado, pero también en la deshumanizacn
de las relaciones sociales, por otro. En la misma línea, aunque con terminología
contemponea, numerosos grupos políticos y distinguidos intelectuales proponen hoy la
restitucn de una comunidad orgánica premoderna como alternativa frente al avance del
paradigma globalizador actual. Y, sintomáticamente, se identifican fácilmente con ese
designio.
Es probable, sin embargo, que toda identificacn fácil sea a la larga un obstáculo con
respecto a un proceso intelectual que intenta comprender una temática compleja. El pensar y
sentir en antinomias binarias excluyentes ha gozado y goza de una notable simpaa en todo el
mundo. Pero, como sabemos a causa de la terrible historia del siglo XX, la popularidad de una
doctrina o la fuerza de un movimiento potico no garantizan su calidad intnseca o su
justificacn a largo plazo. La contraposición amigo / enemigo explica aparentemente la
realidad, pero lo que logra de manera efectiva es legitimar un orden potico y tambn dar
lustre argumentativo a una constelación preconstituida como tal en el imaginario colectivo. La
realidad, como siempre, resulta mucho más complicada, y por ello un análisis diferenciado de
la misma es mal recibido por aquella mentalidad que evita esfuerzos cognoscitivos.
27
Orlando Fals Borda, Las revoluciones inconclusas de América Latina 1809-1968, México: Siglo XXI 1968,
pp. 49-50, 57.
28
Para el caso boliviano el historiador Pablo Stefanoni acuñó el concepto de “magma antiliberal”. Cf. Pablo Stefanoni,
Los inconformistas del Centenario. Intelectuales, socialismo y nación en una Bolivia en crisis (1925-1939), La Paz: Plural
2015, pp. 16, 20, 84-85, 184, 258-264, 328-330, 345.
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Las masas populares se pueden equivocar con la misma facilidad que lo hacen los
individuos. Equivocarse es lo más usual en este mundo. Regímenes desastrosos llegaron al
poder con amplio respaldo popular y legal, como Hitler, Mussolini y Perón. Nuestra obligación
es mantener una distancia ctica con respecto a todos los regímenes poticos y a todos los
experimentos sociales.
Conclusiones de tenor filosófico
En América Latina Octavio Paz y Mario Vargas Llosa han realizado un importante
aporte para contrarrestar la idea contemponea del relativismo a ultranza y por ello para
esbozar un incipiente sentido común crítico y un halo de esperanza. Un sentido común
29
guiado críticamente nos sugiere evitar dos extremos: por un lado, postular solo la vigencia
universal e irrestricta de normas racionalistas (que han surgido mayoritariamente de la cultura
occidental moderna), y por otro, suponer que existe una variedad tan inmensa de valores
axiogicos y modelos de organizacn social, que resulta imposible hacer comparaciones y
menos aún establecer jerarqas y gradaciones entre ellos. Algunos elementos del saber clásico
contribuyen todavía hoy a orientarnos en el mar de la confusn y la multitud de valores que
es, para muchos, el mundo actual. Todo esfuerzo teórico está, obviamente, bajo el riesgo
perenne del error. Como dijo Theodor W. Adorno, quien no fue precisamente un amigo de
enfoques universalistas, hasta las reflexiones más simples presuponen un marco categorial de
comprensn, una concepción de la totalidad, por más que esta resulte difusa. Lo que una vez
ha sido pensado adecuadamente, puede ser pensado también por otros
30
. De acuerdo a
Aristóteles, la capacidad de hablar lo distintivo de los seres humanos nos brinda la
posibilidad de discernir entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. La comunidad de estas
concepciones genera la casa y el Estado
31
.
Al observar cuidadosamente la realidad podemos afirmar. no todo es deprimente, por
supuesto. La mentalidad prevaleciente puede, sin embargo, promover una mixtura de anomia
social con expectativas cada vez más altas de consumo masivo, lo que intensifica un peligro
muy grave de entroa social
32
, peligro que siempre estuvo presente y que puede ser descrito
de forma breve como sigue. De acuerdo a Manfred Wöhlcke, la sociedad contemporánea
29
Dentro del marco de la Ilustracn Escocesa surgió la corriente inspirada por Thomas Reid (1710-1796), llamada
también la escuela escocesa del sentido común, que ha tenido importantes derivaciones en el campo político. Cf.
Josep Baqs Quesada, La Ilustracn escocesa: ¿un depósito de intuiciones para el neoconservadurismo?, en:
REVISTA DE ESTUDIOS POLITICOS (Madrid), Nº 118, octubre-diciembre de 2002, pp. 143-180.
30
Theodor W. Adorno, Resignation (Resignación), en: Theodor W. Adorno, Kritik. Kleine Schriften zur
Gesellschaft (Ctica. Escritos breves sobre la sociedad), Frankfurt: Suhrkamp 1971, p. 150; Adorno, Philosophische
Terminologie (Terminología filofica), Frankfurt: Suhrkamp 1973, vol. I, p. 114.
31
Aristoteles, Politik (Potica), Reinbek: Rowohlt 1965, p. 10 (= 1253 a).
32
Manfred Wöhlcke, Soziale Entropie. Die Zivilisation und der Weg allen Fleisches (Entroa social. La
civilizacn y el camino de toda carne), Munich: dtv 1996, p. 15, 231.
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denota una propensión irrefrenable a la entroa social, a la desestructuración de sus principios
organizativos y a la crisis ecológica y demográfica, a lo cual contribuia asimismo la
democratización generalizada
33
argumento difícil de ser digerido en el Tercer Mundo y
especialmente en el área andina. En las sociedades latinoamericanas podemos percibir algo así
como una disipación continua de la energía, una desintegracn de las instituciones que
garantizan el orden, una descomposicn creciente de normativas estructurantes y un aumento
de tendencias autodestructivas. Estos fenómenos de entropía social no sólo se manifiestan en
el aumento espectacular de la inseguridad ciudadana, sino también en la declinacn de las
competencias punitivas del Estado (salvo, claro está, en cuestiones claramente políticas, donde
el Estado usa su capacidad punitiva sin escpulos) y en la incapacidad estatal de generar
confianza ciudadana con respecto a las normas legales y en los órganos que las administran.
Esta constelación, intensificada en los regímenes populistas, puede desembocar en soluciones
claramente autoritarias.
Los seres humanos no se reducen a una racionalidad práctico-pragmática, que poda
ser explicada suficientemente por medio de los conflictos de intereses materiales. Como todos
los seres vivientes, los seres humanos tienen que vivir en medio del mundo material y en
confrontación con este, pero lo hacen de acuerdo a creencias, instituciones, normas y
convenciones que dan sentido y significación a sus esfuerzos. Como afir Marshall Sahlins,
lo decisivo no estriba en que los modelos civilizatorios obedezcan a coerciones materiales
todas las especies animales hacen lo mismo , sino en que el ser humano se doblega ante estas
presiones del entorno natural siguiendo las reglas de sistemas simlicos y normativos, que no
esn predeterminados exhaustivamente por el sustrato material. La utilidad es algo ya
interpretado culturalmente
34
. En este campo es donde mantienen su relevancia fenómenos
como la religión, las jerarquías no económicas y la esfera de la estica, que las corrientes
postmodernistas tratan de disipar. La decadencia de las dimensiones religiosa y simbólica ha
conllevado un empobrecimiento inocultable de la civilizacn actual. La situación es agravada
por factores estrictamente modernos, como ser el surgimiento de enormes aglomeraciones
urbanas, el incremento poblacional y la intensificacn de la presión demográfica (en un
mundo finito e inelástico), lo que aumenta el desamparo existencial, el autodesprecio y la
sensación de la escasa vaa de cada persona
35
. Hasta en sociedades bien administradas, como
en la Suecia socialdemocrática del siglo XX, se advertía el hastío de la vida despersonalizada,
la mezquindad burocrática y el centralismo asfixiante, causados por la tutela omnipotente del
Estado benefactor y la ruina de la esfera simbólico-cultural
36
.
33
Ibid., p. 15, 27, 171.
34
Cf. el interesante estudio de Marshall Sahlins, Culture and Practical Reason, Chicago/Londres: Chicago U. P.
1976, passim, en la cual Sahlins criticó el potencial explicativo de conocidas teorías de la evolución histórica
centradas en el intes y la utilidad materiales, como el marxismo.
35
Cf. la espndida obra de Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism [1951], New York / Londres: Harcourt
Brace 1973, p. 323, 330, 475, 477.- Cf. también Stefan Breuer, Die Gesellschaft des Verschwindens. Von der
Selbstzerstörung der technischen Zivilisation, (La sociedad de la disipacn. Sobre la autodestrucción de la
civilizacn cnica), Hamburgo: Junius 1993, p. 14.
36
Sobre esta temática cf. Hans Magnus Enzensberger, Ach Europa! (Ay Europa), Frankfurt: Suhrkamp 1987, pp.
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Es conveniente adoptar una línea intermedia entre las posiciones teóricas esbozadas
brevemente en este ensayo. Solo así podemos aspirar a una esperanza realista y a un sentido
común que fructifique la praxis potica cotidiana. Pese a todas sus carencias, la democracia
representativa pluralista y la existencia de una opinión pública libre y abierta ambos
fenómenos originados primeramente en Europa Occidental , siguen conformando el camino
menos malo para organizar la vida social en nuestro planeta, y por ello, junto con el Estado de
derecho, representan las basis institucionales que merecen ser consolidadas y ampliadas. Se
trata, en el fondo, de conclusiones de sentido común, dichas ades en clave provisional, que
como tales son decepcionantes para el lector que espera respuestas definitivas u originales. Una
ganancia cognoscitiva de los últimos siglos es el escepticismo en asuntos socio-políticos. Como
lo postuló Max Horkheimer, siguiendo a Arthur Schopenhauer, para orientarnos en la
actualidad y soportar un mundo atroz, necesitamos una fracción de pesimismo, base de todo
realismo
37
.
9-49.
37
Max Horkheimer, Schopenhauer und die Gesellschaft (Schopenhauer y la sociedad), en: Max Horkheimer,
Sozialphilosophische Studien (Estudios de filosofía social), compilación de Werner Brede, Frankfurt:
Athenäum-Fischer 1972, pp. 68-77; Max Horkheimer, Pessimismus heute (Pesimismo hoy), en: Horkheimer,
Sozialphilosophische..., ibid.., pp. 137-144.
REVISTA DE FILOSOFÍA
11 3 - 2025 - 3 JULIO - SEPTIEMBRE
Esta revista fue editada en formato digital y publicada en AGOSTO de 2025
por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
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