Revista de Filosofía
Vol. 42, Nº113, 2025-3, (Jul-Sep) pp. 111-121
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
ISSN: 0798-1171 / e-ISSN: 2477-9598
Esta obra se publica bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
(CC BY-NC-SA 4.0)
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
Aportes del pensamiento educativo de Decroly al desarrollo de la
Pedagogía Activa
The Contributions of Ovide Decroly's Educational Thought to the
Advancement of Active Pedagogy
Pedro González-Rivera1
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3634-7690
Universidad Politécnica Salesiana - Ecuador
Grupo de investigación GIEDIC
Johan Méndez Reyes2
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9349-223X
Universidad Politécnica Salesiana - Ecuador
Grupo de investigación ATARAXIA
jmendezr@ups.edu.ec
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.17181049
Resumen
En contraposición a los enfoques educativos tradicionales, centrados en la memorización y en un
control autoritario del proceso de enseñanza, la Escuela Activa propone una alternativa que reconoce
al estudiante como protagonista de su propio aprendizaje, considerando sus intereses, ritmos y
necesidades particulares. Este enfoque se basa en principios como el aprendizaje significativo y
experiencial, la integración interdisciplinaria, el trabajo cooperativo, la observación directa del
entorno, la resolución de problemas concretos y la adecuación del currículo a la realidad infantil. En
este contexto, el pensamiento pedagógico de Ovide Decroly se configura como un referente
fundamental de la pedagogía activa, al proponer una concepción educativa centrada en el niño y su
experiencia vital. Desde esta perspectiva, el presente trabajo tiene como objetivo analizar los aportes
del pensamiento educativo de Decroly al desarrollo de la pedagogía activa. Para ello, se adopta una
metodología cualitativa con enfoque hermenéutico, que posibilita una reflexión crítica sobre sus
contribuciones al pensamiento pedagógico contemporáneo. Se concluye que las ideas de Decroly
constituyen un aporte significativo a la pedagogía activa, al integrar propuestas didácticas orientadas
al desarrollo integral del niño, a partir de su relación con el entorno, sus intereses y sus necesidades
reales.
Palabras clave: pensamiento educativo, Ovide Decroly, pedagogía activa, protagonismo
estudiantil
_______________________________
Recibido 15-05-2025 Aceptado 08-08-2025
1 Docente de la Universidad Politécnica Salesiana. Grupo de investigación GIEDIC ORCID:
https://orcid.org/0000-0003-3634-7690
2 Docente de la Universidad Politécnica Salesiana. Ecuador. Grupo de investigación ATARAXIA.
Correspondencia: Email: jmendezr@ups.edu.ec ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9349-223X
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Abstract
In contrast to traditional educational approaches—centered on rote memorization and
authoritarian control of the teaching process—Active Schooling offers an alternative that
recognizes the student as the protagonist of their own learning, considering their interests,
pace, and particular needs. This approach is grounded in principles such as meaningful and
experiential learning, interdisciplinary integration, cooperative work, direct observation of
the environment, problem-solving of real-life situations, and curriculum adaptation to
children's reality. Within this framework, the pedagogical thought of Ovide Decroly stands
out as a key reference in active pedagogy, as it proposes an educational model centered on
the child and their lived experience. From this perspective, the present study aims to analyze
the contributions of Decroly’s educational thought to the development of active pedagogy.
To achieve this, a qualitative methodology with a hermeneutic approach is adopted, enabling
a critical reflection on his contributions to contemporary pedagogical thought. The study
concludes that Decroly’s ideas represent a significant contribution to active pedagogy, as
they incorporate didactic proposals oriented toward the integral development of the child,
based on their relationship with the environment, their interests, and real needs.
Keywords: educational thought, Ovide Decroly, active pedagogy, student agency
Introducción
Las complejidades educativas del primer cuarto del siglo XXI plantean diversas
interrogantes que invitan a reconocer la vigencia del legado de destacados autores en la
historia y la filosofía de las ideas pedagógicas. Tal es el caso del insigne pensador belga Ovide
Decroly y sus aportes desde el principio de globalización, en el marco del movimiento
educativo impulsado por la Escuela Nueva a finales del siglo XIX y durante las primeras
décadas del siglo XX.
La Escuela Nueva o Activa representó una de las transformaciones más significativas
en la historia de la educación. Surgida a fines del siglo XIX como reacción a la enseñanza
tradicional, esta corriente pedagógica propone un modelo centrado en el niño, en su
desarrollo integral y en la experiencia como base del aprendizaje. A diferencia del enfoque
memorístico y autoritario, la Escuela Activa promueve la participación del estudiante como
sujeto activo en la construcción de su conocimiento, respetando sus intereses, ritmos y
necesidades. Entre las principales características de este modelo se destacan el aprendizaje
significativo y vivencial, la educación globalizada e interdisciplinaria, el trabajo cooperativo,
la observación directa del entorno, la resolución de problemas reales y la adaptación de los
contenidos a los intereses del niño. Este enfoque busca preparar a los estudiantes no solo en
el plano académico, sino también en el social, emocional y práctico.
En este contexto, se considera que el pensamiento educativo Decroly hizo aportes
muy importantes a la pedagogía activa. Su labor resalla relevancia de enfoques educativos
centrados en el estudiante, así como la integración de experiencias prácticas y profesionales
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dentro de los procesos de enseñanza. La influencia de su obra es fundamental para
comprender el desarrollo de la pedagogía activa.
En este sentido, el presente trabajo tiene como objetivo analizar los aportes del
pensamiento educativo de Decroly al desarrollo de la pedagogía activa. Para ello, se utiliza
una metodología cualitativa basada en un enfoque hermenéutico, que facilita una reflexión
crítica sobre las contribuciones del autor a la pedagogía contemporánea. Asimismo, el
análisis documental permite acercarse a una selección de textos fundamentales de Decroly,
complementados con otras fuentes relevantes. La estructura del estudio se divide en cuatro
partes: una aproximación a la vida de Decroly; una valoración de algunas de sus obras más
representativas; la contribución de su pensamiento educativo a la pedagogía activa; y,
finalmente, una reflexión sobre la pedagogía activa como enfoque centrado en el estudiante.
1. Aproximaciones a la vida de Ovide Decroly
Ovide Decroly nació el 23 de julio de 1871 en Renaix, una ciudad de Bélgica. Desde
temprana edad manifestó un profundo interés por la ciencia y el estudio del ser humano, lo
que lo llevó a estudiar medicina en la Universidad de Gante, donde se especializó en
neurología y psiquiatría. Esta formación médica influyó notablemente en su concepción de
la educación, ya que entendía al niño como un ser integral, con necesidades físicas,
psicológicas y sociales. En 1898 comenzó a trabajar con niños con discapacidades
intelectuales en una institución de Bruselas, experiencia que resultó fundamental en su
trayectoria. Fue entonces cuando constató que los métodos tradicionales de enseñanza no
respondían adecuadamente a las necesidades de todos los niños.
A partir de allí, empezó a desarrollar nuevas estrategias educativas basadas en la
observación científica y el respeto al ritmo de aprendizaje de cada alumno. En 1907, Decroly
fundó en Bruselas la escuela experimental École pour la vie, par la vie (Escuela para la vida,
por la vida), un proyecto pedagógico innovador que buscaba responder a las necesidades
reales de los niños y fomentar una educación centrada en la vida misma (Blanco, 2004). En
este centro innovador puso en práctica su método pedagógico, basado en los centros de
interés, el aprendizaje globalizado y la idea de que la escuela debe preparar al niño para vivir
en sociedad (Trilla, 2001).
Durante su trayectoria profesional, Decroly participó en reformas educativas en
Bélgica, escribió numerosas obras sobre pedagogía y psicología infantil, y difundió sus ideas
en congresos internacionales. Es considerado como uno de los pioneros de la Escuela Activa,
un movimiento que transformó la enseñanza en Europa y América Latina. Falleció el 10 de
septiembre de 1932 en Uccle, Bélgica. Su legado pedagógico continúa vigente, inspirando a
educadores que promueven una enseñanza centrada en el niño, activa, inclusiva y conectada
con la vida real.
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2. Valoración de algunas de sus obras fundamentales
Las reflexiones de Decroly quedaron recogidas en más de 400 obras atribuidas al
destacado educador. Entre ellas, se reconoce La función de globalización y la enseñanza, y
otros ensayos como uno de sus textos fundamentales. En esta obra, Decroly desarrolla un
enfoque pedagógico innovador, basado en una visión global e integrada de la realidad que
rodea al niño. Desde su perspectiva activa, critica la educación tradicional por fragmentar el
conocimiento en materias aisladas y centrarse en una memorización carente de sentido para
el alumno. En contraposición, propone que la enseñanza debe organizarse en torno a los
llamados “centros de interés”, es decir, temas o situaciones significativas de la vida cotidiana
que despiertan el interés del niño, como la familia, la naturaleza, el cuerpo humano, las
estaciones del año, entre otros.
En este sentido, el aprendizaje se desarrolla a través de la exploración y el estudio de
estos centros de interés. Para ello se integran diversas áreas del conocimiento como las
ciencias, el lenguaje, las matemáticas y el arte, entre otras, teniendo presente que el niño
aprende mejor cuando el contenido está relacionado con su experiencia y contexto. De esa
manera se promueve una comprensión profunda y significativa.
Entre las obras principales se ubica el texto El juego educativo: iniciación a la
actividad intelectual y motriz (Decroly & Monchamp, 2002). Es una obra que sintetiza la
contribución del autor a la educación y el aprendizaje basado en el juego, a la vez que tiene
en cuenta ideas anteriores sobre el método global.
Decroly, en sus obras, subraya la importancia de la relación entre la escuela y el niño,
al considerar que gran parte del aprendizaje inicial se configura a partir de la interacción con
el entorno educativo. Su propuesta representa una ruptura con el modelo tradicional de
enseñanza, caracterizado por su rigidez, énfasis en la memorización y escasa vinculación con
las necesidades reales del alumnado. Para Decroly (2002), la educación debía centrarse en
el niño como un ser integral, teniendo en cuenta sus dimensiones físicas, emocionales,
cognitivas y sociales. Insistía en que la escuela no debía limitarse a la transmisión mecánica
de contenidos, sino convertirse en un espacio que favorezca el desarrollo natural del niño,
respetando sus ritmos, intereses y necesidades particulares. Desde esta perspectiva, el
aprendizaje debía ser significativo, conectado con la vida cotidiana y sustentado en
experiencias concretas. Por ello, promovía una educación activa, basada en la
experimentación, donde el "aprender haciendo" permitiera al niño desarrollar su autonomía
e iniciativa.
En su obra Los centros de interés, Decroly desarrolla uno de los conceptos más
representativos y fundamentales de su propuesta pedagógica. Estos centros de interés
constituyen núcleos temáticos que emergen de las experiencias cotidianas y de las
inquietudes espontáneas del niño. Para el autor, el aprendizaje debe estructurarse en torno
a estos temas, ya que despiertan el interés genuino del estudiante y lo motivan a explorar el
conocimiento de manera activa y significativa. Algunos de estos centros pueden estar
relacionados con la familia, el cuerpo humano, la naturaleza, las estaciones del año o la
alimentación, entre otros. A partir de ellos, la planificación educativa debe diseñar
actividades que conecten con la realidad del niño y favorezcan una comprensión integrada
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del mundo. Esta metodología permite abordar de forma global y contextualizada diversas
áreas del saber, como las ciencias, el lenguaje, las matemáticas y las artes, fortaleciendo así
un aprendizaje interdisciplinario y conectado con la vida.
Por su parte, en su libro La educación por el trabajo, publicado en 1914, Decroly
plantea que el trabajo manual y práctico constituye un medio esencial para el aprendizaje
significativo y el desarrollo integral del niño. Más que una simple actividad útil, el trabajo se
convierte en un motor que impulsa la adquisición de conocimientos, habilidades y valores.
Desde esta perspectiva, aprender haciendo permite conectar los contenidos escolares con la
realidad cotidiana del niño, fortaleciendo no solo sus destrezas motrices, sino también sus
capacidades intelectuales y sociales. Este enfoque educativo favorece el desarrollo de la
autonomía, la responsabilidad y la autoestima. Por ello, se propone integrar al proceso
formativo actividades concretas como manualidades, experimentos, cultivo de plantas o
juegos constructivos, que inviten al niño a interactuar con su entorno de manera activa y
reflexiva.
La escuela activa, publicada en 1920, ocupa un lugar destacado dentro del
pensamiento pedagógico de Decroly, al ofrecer una visión renovada de la educación que
marcó una profunda transformación en el modelo escolar de su época. En este texto, el autor
expone una propuesta educativa centrada en la actividad del niño, en abierta contraposición
al enfoque tradicional caracterizado por métodos pasivos y memorización mecánica. Su
planteamiento reivindica una escuela en la que el estudiante asume un papel protagónico y
se convierte en sujeto activo de su propio proceso de aprendizaje.
Este enfoque se fundamenta en la convicción de que el aprendizaje se produce de
manera más auténtica a través de la experiencia directa, la acción y la experimentación. En
consecuencia, el niño no debe limitarse a escuchar o repetir contenidos, sino participar en
actividades que estimulen su curiosidad, iniciativa y creatividad. La enseñanza se organiza,
por tanto, en torno a los denominados “centros de interés”, que permiten vincular los
aprendizajes con las vivencias concretas del alumno, asegurando así su sentido y
pertinencia.
Dentro de esta perspectiva, el rol del docente se redefine como el de un acompañante
y mediador, cuya misión principal es facilitar el acceso al conocimiento, orientando al niño
en la exploración y construcción activa de saberes. Este modelo pedagógico busca favorecer
el desarrollo integral del estudiante, abarcando sus dimensiones intelectual, emocional,
social y física.
3. Del pensamiento educativo de Decroly a la Pedagogía Activa
Las principales ideas del pensamiento educativo de Decroly pueden sintetizarse en
un enfoque integral del desarrollo infantil, basado en la premisa de que la educación debe
atender al niño en su totalidad, integrando las dimensiones cognitivas, emocionales y
sociales. Desde esta perspectiva, el aprendizaje efectivo no se limita a la simple adquisición
de contenidos académicos, sino que abarca también el desarrollo de la personalidad, el
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fortalecimiento de la autoconfianza y la capacidad de establecer vínculos con los demás
(Houssaye, 2013).
La actualidad de estas ideas se refleja en el reconocimiento que los sistemas
educativos contemporáneos otorgan al enfoque holístico desde diversas corrientes
pedagógicas. Paralelamente, se ha fortalecido la incorporación de la educación
socioemocional como un componente fundamental en la práctica educativa, promoviendo
no solo el logro académico, sino también el bienestar integral del estudiante. En este
contexto, se impulsan iniciativas orientadas a desarrollar habilidades como la empatía, la
resiliencia y la autoeficacia, entendidas como pilares para una formación más humana y
significativa (Muset, 2021).
Otro aporte significativo de Decroly (2006) se encuentra en su defensa del
aprendizaje basado en la experiencia. Sostuvo que el conocimiento no debe transmitirse de
manera pasiva, sino construirse activamente a partir de la participación del estudiante en
experiencias directas, relevantes y reflexivas. Según esta perspectiva, aprender implica
actuar, observar y reflexionar sobre lo vivido. Esta visión conserva plena vigencia en
metodologías educativas actuales como el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), donde
los estudiantes abordan problemas reales y aplican saberes en contextos concretos. Dichas
metodologías estimulan la curiosidad y favorecen el desarrollo de habilidades clave como el
pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas, fundamentales en una
sociedad dinámica y en constante transformación (Pozo-Andrés, 2024).
Sin lugar a duda, el pensamiento pedagógico de Decroly (2006) constituye uno de los
antecedentes teóricos y prácticos más influyentes de la pedagogía activa. En su propuesta,
otorgó un papel central al aprendizaje social y colaborativo, al considerar que los estudiantes
aprenden de manera más efectiva cuando interactúan, comparten ideas y trabajan
conjuntamente hacia metas comunes. Este enfoque, centrado en la cooperación y la
construcción colectiva del conocimiento, anticipa principios que hoy se reconocen como
fundamentales en la educación contemporánea.
Su vigencia se manifiesta en estrategias como el aprendizaje colaborativo,
ampliamente promovido en las aulas actuales como medio para desarrollar no solo
competencias cognitivas, sino también habilidades sociales y emocionales. A través del
trabajo en grupo, los estudiantes aprenden a comunicarse, a resolver conflictos y a convivir
en la diversidad, fortaleciendo así valores como el respeto mutuo y la inclusión. Estas
experiencias les permiten apreciar distintas perspectivas culturales y personales, en un
contexto educativo que responde a las exigencias de un mundo cada vez más interconectado
(Simon & Van Daele, 1996).
Los aportes de Decroly (2006) se expresan con claridad en su concepción de la
educación orientada a la vida, al sostener que la escuela debe preparar a los estudiantes no
solo para el desempeño académico, sino también para una responsabilidad como persona
en la sociedad. Esta perspectiva abarca el desarrollo de habilidades prácticas, competencias
sociales y la formación en valores éticos. Su actualidad se evidencia en propuestas educativas
que promueven la formación de ciudadanos comprometidos, acomo en currículos que
integran la educación en valores, las habilidades para la vida y la formación cívica como ejes
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fundamentales. El creciente interés por una educación para la sostenibilidad y la ciudadanía
activa refleja cómo esta visión puede aplicarse hoy, preparando a los estudiantes para
contribuir de manera positiva a sus comunidades (Vásquez, 2025).
Asimismo, el ideario pedagógico de Decroly (2006) incluye un valioso aporte en el
campo de la evaluación, al defender una concepción continua y formativa del proceso
evaluativo. Propuso que la evaluación no debe limitarse a la medición de resultados finales,
sino que debe abarcar todo el proceso de aprendizaje, con el objetivo de mejorar tanto la
enseñanza como el desarrollo del estudiante. Esta perspectiva conserva plena vigencia en los
enfoques educativos actuales, que promueven prácticas de evaluación formativa orientadas
a la reflexión, al reconocimiento de avances y a la identificación de áreas de mejora. Métodos
como la autoevaluación, la coevaluación y el uso de bricas se han consolidado como
herramientas clave para fomentar una cultura de aprendizaje autónomo y consciente, en la
que los estudiantes asumen un rol activo y responsable en su propio proceso formativo
(Wagnon, 2025).
Entre los aportes más relevantes de la metodología propuesta por Decroly (2002) se
encuentra su énfasis en la creatividad y la innovación como componentes esenciales del
proceso educativo. Sostenía que la escuela debía ofrecer un espacio donde los estudiantes
pudieran explorar, imaginar y expresar libremente sus ideas, promoviendo así un desarrollo
integral que no se limite a lo intelectual, sino que abarque también la dimensión expresiva y
emocional. Para Decroly (2002), fomentar la creatividad no era un complemento, sino una
necesidad pedagógica. Esta visión conserva plena vigencia en el contexto educativo actual,
donde la creatividad se reconoce como una competencia clave tanto en el ámbito laboral
como en la vida cotidiana. En consecuencia, se impulsa la integración de la educación
artística, el pensamiento crítico y la innovación en los programas escolares, generando
ambientes de aprendizaje donde se valore la experimentación, se permita el error y se
estimule la construcción original de conocimientos.
Asimismo, otro de sus aportes fundamentales se vincula con la inclusión educativa y
el reconocimiento de la diversidad en el aula. Decroly (2006) afirmaba que cada estudiante
posee capacidades, intereses y ritmos propios, y que la tarea de la educación consiste en
adaptar sus métodos para atender esa pluralidad. Bajo esta perspectiva, toda propuesta
pedagógica debe ser accesible, flexible y equitativa, garantizando el derecho de todos los
estudiantes a una educación de calidad. Esta concepción, claramente adelantada a su
tiempo, se encuentra en plena sintonía con los principios de la educación inclusiva
contemporánea, que promueve estrategias diferenciadas, apoyos específicos y una
pedagogía centrada en las necesidades de cada persona.
Del mismo modo, Decroly (2006) fue un pionero en el campo de la educación
especial, al defender una pedagogía inclusiva basada en la observación individualizada y en
la adaptación de las estrategias didácticas a las características, ritmos y potencialidades de
cada niño. Su enfoque pedagógico se articula en tres etapas fundamentales:
1. Observar, es decir, acompañar al niño mientras explora y reconoce su entorno,
prestando atención a sus intereses y reacciones ante las situaciones propuestas;
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2. Asociar, cuando el niño establece relaciones entre los elementos observados, organiza
la información y le otorga significado, favoreciendo así una comprensión integrada
del aprendizaje;
3. Expresar, etapa en la que el niño comunica o aplica lo aprendido mediante diversas
formas de manifestación, como el lenguaje oral o escrito, el dibujo, el juego o la
acción.
Este modelo refleja una visión del aprendizaje centrada en el sujeto, activa y
respetuosa de la diversidad, que conserva plena vigencia en las prácticas inclusivas
contemporáneas.
4. Pedagogía activa: hacia una educación centrada en el estudiante
La pedagogía activa representa una alternativa educativa que coloca al estudiante en
el centro del proceso de aprendizaje, reconociéndolo como un sujeto autónomo y
participativo. En lugar de limitarse a recibir información, el estudiante se convierte en un
agente activo, que construye conocimiento desde su experiencia, reflexión y compromiso
con la realidad que lo rodea (Méndez Reyes & González Rivera, 2025).
Esta propuesta pedagógica nace de una crítica profunda a los modelos tradicionales,
donde el maestro ocupa un rol dominante y el alumno es un receptor pasivo. Freire (1982)
denominó a este modelo como “educación bancaria”, al denunciar que se trata de una forma
de enseñanza que reproduce relaciones de poder verticales y limita la libertad crítica del
educando. Frente a ello, la pedagogía activa defiende una educación horizontal, basada en
el diálogo y orientada a la formación integral de la persona.
Sus antecedentes pueden rastrearse en pensadores como Comenio y Rousseau, pero
fue entre los siglos XIX y XX cuando figuras como John Dewey, María Montessori, Célestin
Freinet y el autor en estudio, Ovide Decroly consolidaron sus fundamentos. En efecto,
Decroly propuso una pedagogía profundamente centrada en el niño, fundamentada en la
observación, el respeto a sus necesidades vitales y la conexión con su entorno. Su enfoque
educativo apostó por una escuela más humana y viva.
Entre los principales aportes de Decroly se encuentran los centros de interés, el
aprendizaje contextualizado, la valoración de la diversidad, la observación constante del
estudiante y la evaluación formativa. Para él, aprender significaba vivir experiencias
significativas que partan de la realidad concreta del niño. Esta visión anticipa métodos
actuales como el aprendizaje por proyectos y el aprendizaje basado en el descubrimiento.
Durante el siglo XX, la pedagogía activa se enriqueció gracias al pensamiento de
autores como Piaget, quien desarrolló las etapas del desarrollo cognitivo; Vygotsky, que
resaltó la influencia del entorno sociocultural en el aprendizaje; y el mismo Freire, quien
promovió una educación crítica, emancipadora y socialmente comprometida (Méndez Reyes
& González Rivera, 2025). En este diálogo teórico, el pensamiento de Decroly funciona como
un puente entre la psicología del desarrollo y la didáctica transformadora.
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Hoy en día, metodologías como el trabajo colaborativo, la resolución de problemas,
el aprendizaje basado en proyectos o la investigación guiada dan continuidad a esos
principios. Estas estrategias buscan formar estudiantes críticos, creativos, autónomos y
capaces de transformar su entorno, en consonancia con los ideales de una educación
humanista (Méndez Reyes & González Rivera, 2025).
Bravo Santos et al. (2021) insisten en que es urgente implementar estas metodologías
en la educación superior, sobre todo en la formación de futuros docentes. El desafío actual
es superar la enseñanza memorística para abrir paso a experiencias educativas significativas,
éticas y adaptadas a los contextos de cada comunidad (Méndez Reyes & González Rivera,
2025).
Por su parte, Vadillo (2018) sostiene que una pedagogía activa, con enfoque
humanista, favorece el bienestar emocional, reconoce las diferencias individuales y alienta
la expresión auténtica del estudiante (Méndez Reyes & González Rivera, 2025). En este
sentido, el legado de Decroly continúa vigente, al promover una educación inclusiva,
sensible y comprometida con la transformación social.
Educar, en este contexto, no es solo transmitir contenidos, sino preparar para la vida
compartida. Decroly nos recuerda que enseñar es también formar ciudadanos capaces de
convivir, decidir y construir una nueva sociedad. Su pensamiento sigue inspirando el camino
hacia una pedagógica crítica, activa y decolonial.
Conclusión
El pensamiento pedagógico de Decroly constituye un referente fundamental en el
desarrollo de la pedagogía activa, al introducir una propuesta educativa centrada en el niño,
su experiencia y sus necesidades vitales. Su metodología, estructurada en torno a los
denominados centros de interés, representa una respuesta innovadora frente a modelos
tradicionales, al considerar que el aprendizaje se construye de forma s significativa
cuando parte de situaciones reales y cercanas al entorno del estudiante. Esta visión
globalizadora del conocimiento favorece una enseñanza menos fragmentada, más conectada
con la vida y profundamente motivadora.
Entre los principales aportes de Decroly destaca la incorporación de la observación
directa del medio, el trabajo por proyectos y la atención al desarrollo integral del niño,
elementos que hoy sustentan muchas de las metodologías activas y colaborativas
contemporáneas. Aunque su pensamiento no sistematizó completamente lo que
actualmente se denomina aprendizaje cooperativo, anticipó con claridad principios
pedagógicos esenciales como la autonomía, la creatividad, la motivación intrínseca y la
interacción con el entorno.
La vigencia de su propuesta se evidencia en su influencia sobre corrientes como la de
John Dewey y en la consolidación de enfoques educativos que promueven el protagonismo
del estudiante. Decroly concebía la escuela como un espacio donde se aprende para la vida
y por medio de la vida, en un proceso formativo profundamente humanista. Esta concepción
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ha sido clave para el fortalecimiento de una pedagogía inclusiva, funcional y orientada al
desarrollo de competencias personales y sociales desde la infancia.
Por ende, los aportes del pensamiento educativo de Decroly no solo contribuyeron a
configurar las bases de la pedagogía activa, sino que continúan inspirando transformaciones
en las prácticas pedagógicas actuales, con especial impacto en la educación infantil y en los
modelos que promueven el respeto a la diversidad y el protagonismo del estudiante en su
propio proceso de aprendizaje.
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REVISTA DE FILOSOFÍA
11 3 - 2025 - 3 JULIO - SEPTIEMBRE
Esta revista fue editada en formato digital y publicada en AGOSTO de 2025
por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
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