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de los ecosistemas, establece como estas interac-
ciones entre los seres vivos y su entorno afectan
factores como la abundancia o la distribución. De
igual manera, estudia los ecosistemas en su con-
junto, es decir, a las comunidades dentro de su am-
biente, los ujos de materia y energía, los balances
de los elementos químicos en ese sistema comple-
jo (Malacalza, 2013).
Desde un enfoque transdisciplinario, de estos
dos conceptos, se podría perlar un nuevo tiem-
po en la investigación epidemiológica, en el que se
limita la preponderancia del método y la identica-
ción de factores de riesgo de enfermedad, y se da
paso a una investigación epidemiológica que pre-
tende situar las teorías etiológicas en el centro de la
disciplina y en el origen de la investigación. Se reto-
ma la perspectiva poblacional de la epidemiología
y se acentúa la relevancia de los contextos social,
cultural y medioambiental, en los que se desenvuel-
ve la investigación y práctica de la epidemiología.
Este paulatino cambio en su enfoque, podría contri-
buir a reforzar su inuencia en la mejora del estado
de salud (Rodríguez y Rodríguez, 2014).
Los problemas de salud no solo son enfermeda-
des, sino cualquier daño o riesgo que constituya un
peligro presente o futuro para la salud de cualquier
población. Estos problemas pueden ser causados
por factores de origen físico, mecánico, químico o
biológico e, incluso, psicológico o social, o la acción
conjunta de algunos o de todos ellos. El propósi-
to fundamental de la Epidemiología como ciencia,
es, ha sido y será, identicar y estudiar las princi-
pales causas que provocan, permiten o facilitan la
ocurrencia de estos problemas, con el objetivo de
ofrecer soluciones para evitarlos, disminuirlos, eli-
minarlos o erradicarlos, según sea la naturaleza del
problema y las posibilidades de actuar sobre ellos.
II. Los Artrópodos y su Efecto e Importancia
en Salud Pública
El Phylum Artrópoda es el que alberga el mayor
número de especies de todo el reino animal. Sus
asociaciones con el ser humano, sus actividades y
construcciones, han sido constantes a lo largo de
la historia.
Este grupo zoológico es capaz de incidir sobre la
salud humana de forma muy variable, pero en ab-
soluto desdeñable, y pueden desde causar sensa-
ciones placenteras (por su aspecto estético espe-
cialmente) a producir molestias e incluso transmitir
enfermedades, más o menos graves, algunas de
muy alta mortalidad.
No se puede olvidar que muchas de las pande-
mias que han diezmado la población humana, en el
pasado, están íntimamente ligadas a ellos y que en
la actualidad algunos siguen transmitiendo muchas
de las más importantes enfermedades de alta mor-
bilidad y mortalidad, en amplias áreas del globo.
(Cantillo y col., 2006).
La forma en que los artrópodos alteran negativa-
mente la salud de un individuo, o incluso de un gru-
po o de una población, es bien diferente. Unos so-
lamente causan molestias por su aspecto o por su
picadura. Otros provocan reacciones locales (por
contacto) o generales (por inhalación de sus res-
tos). Existen, de igual manera, los vectores, es de-
cir, los que vehiculan enfermedades infecciosas en
forma meramente pasiva, no especíca, mientras
que otros son agentes necesarios para la transmi-
sión de afecciones de variados tipos. En este último
grupo su importancia es primordial, de forma que
en su ausencia no se transmiten determinadas en-
fermedades (Arria y col., 2005).
Desde un punto de vista eminentemente antró-
pico, se debe puntualizar que muchos de estos ar-
trópodos han ocupado, ocupan y ocuparán, un lu-
gar destacado entre las mayores amenazas para
la Salud Pública. Ejemplo evidente de ello son las
numerosas epidemias sufridas por la humanidad,
debido a enfermedades provocadas por agentes
etiológicos de tan diversa índole como protozoos
hemosporídeos del género Plasmodium, causante
del paludismo, diversos arbovirus de la familia Fla-
viviridae responsables del dengue, la ebre amari-
lla o la ebre del Oeste del Nilo, o bacterias como
Yersinia pestis. Todos ellos con un denominador
común, la presencia de un artrópodo como vector
o agente transmisor hasta el ser humano (Fernán-
dez, 1999).
Desde un punto de vista sanitario los daños pue-
den ser directos, por ejemplo, cuando la plaga o
vector (parásitos) se alimenta de los uidos o te-
jidos del animal o de la planta, o indirectos, como
ocurre con las especies relacionadas con la trans-
misión de patógenos o parásitos responsables de
enfermedades. Mientras que, en algunos casos, el
daño lo provocan sólo las larvas o sólo el individuo
adulto, en otros casos ambos estados deben ser
considerados plaga (Pascal, 2019).
Existen dos formas básicas de transmisión de
microorganismos patógenos desde el artrópodo
vector hasta el ser humano, la transmisión mecá-
nica y la biológica. La primera se caracteriza por
una ausencia de la obligatoriedad del contacto en-
tre el parásito y el vector para completar el ciclo del